En la historia política tucumana del siglo que pasó, ha quedado célebre, por sus incidencias y por sus peculiaridades, la fallida elección de gobernador de 1942. Regía entonces (y siguió rigiendo hasta la reforma de la Constitución de Tucumán, en 1990) el sistema indirecto: se votaba electores por cada departamento, en proporción a su número de habitantes. Y aquellos, reunidos en el Colegio Electoral, elegían finalmente al gobernador.
A mediados de 1942, el gobernador radical de Tucumán, doctor Miguel Critto, puesto que terminaba su mandato, convocó a elección de electores de gobernador para el 18 de octubre. Eran comicios que encontraban preocupado al radicalismo, dado el avance de los conservadores del Partido Demócrata Nacional (PDN).
Estos, en marzo, en las elecciones de legisladores, habían derrotado al oficialismo, que concurrió dividido en tres fracciones: la UCR Concurrencista (cuyo nombre oficial era “UCR de Tucumán”), la UCR Tradicionalista y la UCR Frente Partidario. Entonces, para la puja de setiembre, resolvieron unirse en la “UCR Alianza Partidaria”.
Los candidatos
Enarbolaban una fuerte candidatura: la del doctor Miguel M. Campero, quien había gobernado ya dos veces (1924-28 y 1935-39) la provincia. Pero la fracción UCR Comité Nacional no quiso integrar la Alianza, y postuló al doctor Roque Raúl Aragón.
Por su lado, el PDN presentaba la candidatura del doctor Adolfo Piossek, quien renunció al rectorado de la UNT para tener mayor libertad. Su nombre había sido aceptado por un desmembramiento conservador, el Partido Civico Popular, como condición para no participar oficialmente en los comicios y votar por el PDN. El Partido Socialista proponía al diputado nacional Julio V. González.
En cuanto a la Bandera Blanca, extraoficialmente apoyaba a Piossek: no presentó candidato a gobernador y se limitó a pujar por la Intendencia de la Capital, donde el PDN y los “cívicos” no competirían. El propósito era “obligar al electorado antirradical a votar por candidatos únicos”.
Resultado parejo
Llegó el 18 de octubre y la elección fue extremadamente reñida. Votaron 101.283 ciudadanos sobre un padrón de 141.368. La candidatura Piossek obtuvo 40.877 sufragios, lo que significaban 26 electores. La de Campero, a pesar de haber logrado 42.926 votos, contaba con 25 electores. En cuanto a la de Aragón, tenía 7.702 votos y 2 electores. El avance conservador era espectacular, y la cifra alcanzada por Piossek batía todas las marcas anteriores del partido, desde 1913.
Estos resultados tan parejos originarían uno de los problemas posteriores. En efecto, sobre los 53 electores que componían el Colegio ¿qué cifra constituía la mayoría absoluta? Una postura sostenía que 27, en tanto otra afirmaba que 28, alegando que 27 no era la mitad más uno sino “la mitad más medio”.
Forcejeos e incidentes
El PDN arrancaría usando munición gruesa: impugnó ante la Justicia Federal a dos electores de la Alianza, Jorge Gettas y Manuel Cebe, sosteniendo que los inhabilitaban las irregularidades existentes en sus cartas de ciudadanía. En la primera sesión del Colegio (12 de noviembre), el PDN propuso un cuarto intermedio hasta que el Juzgado Federal se pronunciara. Pero la Alianza negó facultades a ese magistrado, afirmando que el cuerpo era el único juez de los diplomas. De inmediato empezaron los incidentes
Al votarse para presidente “ad hoc”, el PDN consideró electo al doctor León Rougés, descartando los votos emitidos por Gettas y por Cebe. A la vez la Alianza, que los juzgaba válidos, consideró presidente a Guillermo Remis. Entonces, se sucedieron ásperos forcejeos entre los dos elegidos, que pugnaban por ocupar el estrado, mientras gritaba la barra, que fue desalojada por la Policía.
Vino luego la elección de presidente provisional. El PDN insistió con Rougés, y la Alianza votó por el ingeniero Segundo Villarreal. Hubo nuevos forcejeos para sentarse en el estrado: Remis cedió su lugar, pero Rougés se mantuvo en en el suyo. Finalmente, ambos se consideraron electos, por las mismas razones de la votación anterior.
Intervención al Colegio
A la sesión del 13, asistió la Alianza en pleno, y sólo dos electores conservadores. Horas después, se supo que todo el elenco del PDN se había trasladado a Rosario de la Frontera. Hubo un cuarto intermedio decretado el 14, y el 19 el Colegio, con la sola presencia de la Alianza, resolvió formar el quórum. Intimó a asistir a los electores del PDN, invocando el artículo 99 de la Constitución de Tucumán. Éste sancionaba, con multas en escala y hasta con cesantía, a quien faltase a la sesión en que se elegía gobernador, o a cualquiera “indispensable al efecto”.
El 30, se decidió multar a los inasistentes con 500 pesos, y el 21 con 1000, además de dejarlos cesantes. Consecuentemente, el 24 el gobernador Critto convocó a elecciones para reemplazarlos. Pero ese día, el presidente de la Nación, doctor Ramón S. Castillo, resolvió por decreto la intervención al Colegio Electoral. Nombró comisionado al doctor Alberto Arancibia Rodríguez, senador nacional conservador por San Luis.
Sus instrucciones eran presidir la elección y, si el Colegio no podía constituirse, decretar su caducidad y llamar a nuevos comicios. El interventor asumió el 4 de diciembre.
Intento de conciliar
Por cierto que los electores de la Alianza reclamaron enérgicamente contra la medida, y sostuvieron que los actos del Colegio eran irrevocables. A todo esto, y con el beneplácito del presidente Castillo, habían empezado reuniones confidenciales en Buenos Aires. Se buscaba una transacción, justificada por el parejo resultado de los comicios. El PDN aceptó conversar con la UCR Concurrencista, que le parecía el sector radical más potable.
Una variante que se manejaba era sustituir a Campero por alguna figura expectable ajena a la política: el presidente de la Corte, doctor Juan Heller; el médico Gregorio Aráoz Alfaro; el abogado Alberto G. Padilla, por ejemplo. Como gesto de buena voluntad, Critto derogó (7 de diciembre) el decreto que llamaba a nueva elección. Se desencadenó entonces la furia de la Alianza, ya que esa disposición volvía el asunto a fojas cero y lo ponía en manos de un interventor conservador. Incluso resolvieron impulsar un juicio político a Critto.
Piossek renuncia
La UCR Concurrencista, entonces, se abrió de la Alianza, actitud reveladora de que se encontraba en tratos conciliadores con el PDN. Pero a los conservadores no le convenía ceñirse exclusivamente a los concurrencistas. Estos tenían solamente 9 electores en la Alianza, mientras el resto era fiel a Campero.
El 19 de abril, Villarreal volvió a citar al Colegio. Como la intervención les negó el local de la Legislatura, se reunieron en casa de don Solano Peña. Acordaron repudiar toda transacción, y mantener firme la cesantía de los electores conservadores.
El último día de diciembre, el candidato Piossek renunció para facilitar los arreglos. Esto a tiempo que el PDN resolvía mover sus espadas en la Casa Rosada. No le parecía lógico que, teniendo 26 electores, debía aceptar un candidato propuesto por los concurrencistas. Consideraba que el candidato debía ser hombre del PDN.
Fin del Colegio
Los concurrencistas entonces, rompieron el entendimiento y dieron una declaración pública. Explicaron que habían ensayado, “el difícil camino de conciliar”. Al no tener éxito, proponían al partido dar por terminada toda tramitación y no concurrir al Colegio, resolución que se aprobó. Así terminó el año 1942.
El 25 de enero de 1943, Arancibia Rodríguez citó a todos los electores para el 28. Solamente concurrió el PDN, y la sesión se levantó por falta de quórum. El Colegio Electoral ya no volvería a sesionar.
Como se acercaba la fecha de terminación del mandato de Critto, el 10 de febrero el presidente Castillo autorizó a Arancibia Rodríguez a asumir el mando de la provincia. Critto se lo entregó el día 20. De allí en adelante, el PDN solucionó sus diferencias internas y eligió candidato a gobernador, en reemplazo de Piossek, al doctor Eduardo Paz. Esto mientras la UCR se movilizaba para disciplinar a todas sus fracciones en torno de Campero.
El golpe militar
El primer día de junio, Arancibia Rodríguez llamó a elecciones para el 1 de agosto. Pero no podía prever lo que ocurriría tres jornadas más tarde. El 4 de junio de 1943 una revolución militar derrocó al presidente Castillo, fueron intervenidas todas las provincias, y la ardiente cuestión del Colegio Electoral se convirtió instantáneamente en mera anécdota del pasado.
Cuando, tres años más tarde, se realizaron nuevas elecciones de gobernador, ya había aparecido con toda su robustez el Partido Laborista, que apoyaba al general Juan Domingo Perón, nuevo astro de la escena política. El laborismo obtuvo 75.843 votos, más que suficientes para consagrar gobernador al mayor Carlos Domínguez. Los sufragios del radicalismo, contadas todas sus fracciones, se redujeron a 29.240 y los de los conservadores apenas llegaron a 3.227.